¿Qué existe debajo de la selva de Quintana Roo?
¿Por qué tendríamos que cuestionar el Proyecto del Tren Maya?
No sólo se trata de un tren que para que corra en la selva implica derribar árboles. El tema es mucho más complejo y a continuación lo explico rápidamente:
1) Más allá del Tren el problema es la gentrificación dónde acaparadores de tierras se afilan los bigotes para hacer negocio.
2) Se pone en riesgo la mayor reserva de agua dulce del país.
3) Se pone en riesgo el mayor sistema de ríos subterráneos del mundo.
4) Parte de la historia de la humanidad y de la evolución de la naturaleza y de los grupos sociales en Mesoamérica se explica con los restos humanos, de actividad humana y de animales encontrados en las cuevas.
5) Se pone en riesgo la segunda selva más importante de América.
Tendríamos que conocer a profundidad lo que hay abajo del suelo kárstico de la selva de Quintana Roo y hasta parte de Campeche.
Formaciones que llevaron miles de años mientras las cuevas estaban secas como: estalactitas, estalacmitas, columnas, cascadas pétreas, bóvedas impresionantes, salones, etc.
Con el aumento del nivel del mar las cuevas se inundaron para crear formaciones intactas bajo el agua y junto con ellas los vestigios de la actividad humana que científicos, arqueólogos y que paleontólogos están descifrando para posiblemente cambiar la historia del hombre en América así como particularmente de los habitantes de la zona Maya.
¿Por qué tendríamos que dilapidar todo lo anterior para satisfacer las exigencias de un proyecto pésimamente mal planeado, ejecutado y llevado?
No se trata de cancelar el proyecto del Tren Maya, se trata de hacer un alto e involucrar a toda la comunidad académica, científica, ambientalista y SOBRETODO a los habitantes locales; quienes son los verdaderos dueños de las tierras y que a base de engaños están por quedarse sin nada a cambio de dinero que no los ayudará en un futuro.
Es tiempo de cuestionarnos.
Creditos
Música: HN Música.
Vídeo: Black Tech Divers / Michel Duhart
Fotos: Black Tech Divers / Michel Duhart